EL BLOG COMO VIAJE; SOBRE VIAJAR; RELATOS, FOTOS, Y ANÉCDOTAS DE VIAJES DE ARTISTAS, ESCRITORES Y OTROS PERSONAJES.

lunes, 8 de marzo de 2010

Cuatro obesos risueños en la terraza de un café en los suburbios de Nápoles


El mundo

El mundo es grande.
Los aviones lo surcan en todas direcciones todo el tiempo.

Viajar.
Podríamos obligarnos a seguir una latitud dada (Julio Verne, Los Hijos del Capitán Grant), o a recorrer los Estados Unidos de América por orden alfabético (Julio Verne, El Testamento de un excéntrico) o haciendo coincidir el paso de un estado a otro con la existencia de dos ciudadades homónimas (Michel Butor, Mobile).

Sorpresa y decepción de los viajes. Ilusión de haber vencido la distancia, de haber borrado el tiempo.
Estar lejos.

Ver de verdad algo que durante mucho tiempo sólo fue una imagen en un viejo diccionario: un géiser, una catarata, la bahía de Nápoles, el lugar donde estaba situado Gavrilo Princip cuando disparó al archiduque Francisco Fernando de Austria y a la duquesa Sofía de Hohenberg, en la esquina de la calles Francisco-José y del paseo Appel, en Sarajevo, justo enfrente de la taberna de los hermanos Simie, el 28 de junio de 1914 a las once y cuarto.

O mejor todavía, ver muy lejos de su supuesto lugar de origen un objeto perfectamente feo, como por ejemplo una caja hecha con conchas que pone "Recuerdo de Dinard" en un chalet de la Selva Negra, o perfectamente común, como una percha que pone "Hotel Saint Vincent, Commercy" en un bed an breakfast de Inverness, o perfectamente improbable, como el Repertorio arqueológico de la provincia de Tarn, escrito por el señor H. Crozes, París 1865, in-4, 123 p., en el salón de una casa de huéspedes en Regensburg (más conocida en Francia con el nombre de Ratisbonne).

Ver aquello que simpre se soñó con ver. Pero, ¿qué hemos soñado con ver? ¿Las grandes Pirámides? ¿el retrato de Melanchthon, de Cranach? ¿La tumba de Marx? ¿La de Freud? ¿Boukhara y Samarkhanda? ¿El sombrero que lleva Katherin Hepburn en Sylvia Scarlet?
(Un día que iba de Forbach a Metz, di un rodeo para ir a ver el lugar de nacimiento del general Eblé en Saint-Jean Rohrbach.)

O mejor, descubrir lo que no se había visto, lo que no se esperaba, lo que no se imaginaba. Pero cómo poner ejemplos: no es lo que se había venido enumerando a lo largo del tiempo dentro del abanico de sorpresas o maravillas de este mundo; no es ni lo grandioso, ni lo impresionante; ni siquiera es lo extranjero forzosamente: al contrario, sería más bien lo familiar recobrado, el espacio fraternal...

¿Qué se puede conocer del mundo? Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, ¿cuánto espacio puede llegar a barrer nuestra mirada? ¿Cuántos centímetros cuadrados del planeta Tierra habrán tocado nuestras suelas?

Recorrer el mundo, surcarlo en todos los sentidos, nunca será algo más que conocer unas cuantas áreas, unas cuantas fanegas: minúsculas incursiones en vestigios desencarnados, escalofríos de aventura, búsquedas improbables coaguladas en una bruma almibarada de la que nuestra memoria sólo guardará algunos detalles: más allá de esas estaciones y de esas carreteras, y de las pistas resplandecientes de los aeropuestos, y de esas exiguas bandas de terreno iluminadas durante un breve instante por un tren nocturno lanzado a gran velocidad, más allá de los paisajes largo tiempo esperados y descubiertos demasiado tarde, y de los montones de piedras y de los montones de obras de arte, lo único que habrá será tres niños corriendo por una carretera blanca, o una casita a la salida de Avignon, con una cancilla de madera pintada de verde hace mucho tiempo, las siluetas de los árboles perfiladas en la cima de una colina en los alrededores de Sarrebrück, cuatro obesos risueños en la terraza de un café en los suburbios de Nápoles, la gran calle de Brionne, en Eure, dos días antes de Navidad, a eso de las seis de la tarde, el frescor de una galería cubierta en el soco de Sfax, una minúscula presa que atraviesa un lago escocés, una carretera llena de curvas cerca de Corvo-l´Orgeuilleux... Y junto a todo ello, irreductible, inmediato y tangible, el sentimiento de la concreción del mundo: algo claro, más próximo a nosotros: el mundo, no ya como un recorrido que hay que volver a hacer sin parar, no como una carrera sin fin, un desafío que siempre hay que aceptar, no como el único pretexto de una acumulación desesperante, ni como ilusión de una conquista, sino como recuperación de un sentido, percepción de una escritura terrestre, de una geografía de la que habíamos olvidado que somos autores.


Georges Perec - Especies de Espacios

(traducción - Jesús Camarero)

lunes, 22 de febrero de 2010

lunes, 15 de febrero de 2010

Es el destino de la mayor parte de los viajeros


No he mencionado hasta ahora el rasgo que es con mucho el más notable de la historia natural de este archipiélago; consiste en que, en grado considerable, las diferentes islas están habitadas por diferentes conjuntos de seres. El vicegobernador, señor Lawson, quien por primera vez me llamó la atención sobre el hecho, declaró que los galápagos de las diversas islas diferían y que él podía distinguir con toda certeza de qué isla provenía cada cual. Por algún tiempo no presté suficiente atención a este hecho, y ya había mezclado parcialmente las colecciones de dos de las islas. Nunca hubiera soñado que las islas, que no distaban entre sí más de 90 a 100 km, y podían verse en su mayoría la una desde la otra, formadas precisamente de las mismas rocas, situadas en un clima similar, casi de la misma altura, pudieran albergar distintos inquilinos; pero pronto veremos que, así es. Es el destino de la mayor parte de los viajeros el que, tan pronto descubren lo más interesante de una localidad, les urge abandonarla; pero quizá tendría que estar agradecido de haber obtenido material suficiente como para establecer este hecho tan notable de la distribución de los seres orgánicos.

Darwin, El viaje del Beagle

martes, 9 de febrero de 2010

¿Cómo se le ha ocurrido tirarme de la cola?


Nos referimos ahora a la especie terrestre (A. Demarlii), de cola redonda y dedos sin membrana. Este lagarto, en lugar de encontrarse en todas las islas, se limita a la parte central del archipiélago... Habitan en madrigueras que a veces abren fragmentos de lava, pero más generalmente sobre trozos planos de blanda toba semejante a arenisca. Los agujeros no parecen muy profundos y penetran en el terreno en ángulo agudo; de modo que cuando se anda sobre estas madrigueras el terreno cede de continuo, para contrariedad del fatigado caminante. Cuando este animal cava su madriguera, trabaja alternativamente con ambos flancos de sus cuerpos. Una de sus patas delanteras raspa por breve tiempo en la tierra y la arroja hacia la trasera, colocado de modo tal como para expulsarla de la cueva. Una vez fatigada esa parte del cuerpo, la otra se hace cargo de la tarea, y así sucesivamente. Observé a uno largo tiempo hasta que la mitad de su cuerpo estuvo sepultado; me acerqué entonces y tiré de él por la cola; esto le asombró mucho, y no tardó en emerger para averiguar lo que sucedía; se me quedó mirando fijamente como quien dice: "Cómo se le ha ocurrido tirarme de la cola?"

Darwin - El viaje del Beagle

lunes, 8 de febrero de 2010

¿Por qué todos los caballeros no se hacen ornitólogos?


En relación con la ciencia, seguí coleccionando minerales con gran celo, pero de manera nada científica; todo lo que me importaba era un nuevo mineral con nombre y apenas intentaba clasificarlos. Debo haber observado los insectos con cierto cuidado, porque cuanto tenía diez años (1819) fui para tres semanas a Plas Edwards en la costa de Gales, y me sentí muy interesado y sorprendido al ver un gran insecto hemíptero negro y escarlata, muchas mariposas nocturnas (Zygaena) y una cicíndela, que no se encuentran en Shropshire. Casi decidí empezar a coleccionar todos los insectos que pudiera encontrar muertos, porque tras consultar a mi hermana resolví que no estaba bien matar insectos sólo por coleccionarlos. La lectura de Selborne, de White, me llenó de satisfacción al observar las costumbres de los pájaros, y aun tomaba notas sobre el tema. En mi inocencia, recuerdo que me preguntaba por qué todos los caballeros no se hacían ornitólogos.

Darwin - Autobiografía

domingo, 7 de febrero de 2010

El viaje a Pandora


Ayer fui a ver Avatar, no en 3D porque no había más entradas. ¿Volvería a verla en 3D? Sí... ¿Cómo no tentarse con ese despliegue de imágenes bellas y efectos especiales y, además, repleta de seres azules encantadores? Leí varias notas sobre la película que analizan los aspectos políticos, fundamentalmente referidos a la política exterior de EE.UU o la cuestión de la explotación de la tierra en detrimento de las poblaciones índigenas o el medio ambiente. Pero, si bien puedo entender o acordar con eso que se señala, no es lo que movió mi reflexión, o mejor dicho mi contradicción. El viaje a Pandora es un sueño, con todo lo que soñar implica: conectarse con imágenes deformadas de nuestra propia realidad. En ese sentido, un Na'ví (habitante de Pandora) puede ser cualquiera de nosotros. En la película los científicos y el personaje principal, Jake Sully, ofician de "inocentes" -o de poetas-, son quienes pueden comprender a los nativos y respetar o maravillarse con la belleza de su universo simbólico, aunque no puede perderse de vista que trabajan para la invasión. incluso enseñándoles inglés a los nativos. Hay una escena, fresca en mi memoria, en la que la científica a cargo de la misión trata de explicar a los militares y a quien se muestra muy interesado en la explotación de un mineral que vale fortunas, la cultura de los Na'ví, aquello en lo que creen. Lo que obtiene son unas risas duras, que como expectadora me remitieron a la impotencia. Esa escena transmite exactamente lo que siento por estos días en relación a mi entorno o a los diferentes entornos en los que me muevo -claro, que con excepciones, me estoy refiriendo en general-: la impotencia que genera la estructura que arman las personas para relacionarse, la incapacidad para comprender lo diferente, sea lo que sea eso diferente. Gente, que por ejemplo, no puede entender otra cosa que la literalidad del discurso y nunca una ironía, o gente que de tan irónica termina en el sarcasmo destruyendo cualquier posibilidad de que algo puro, tierno o amoroso ocurra. Gente durita, que se relame en su caparazón porque la realidad asusta y que sólo y lamentablemente podría dormir y soñar que es un Na'ví automedicada con algún sedante. Claro, es obvio, no estoy esperando que un militar o un lucrador se sensibilicen, no es eso, pero ahí se muestra otra cosa, una caricatura de nosotros mismos. Escucho todo el tiempo personas -de distintos niveles sociales y valores- pensando que las cosas pueden ser de una sola manera. Durante toda la película y hasta el final descarté que la lucha de los Na'ví tuviese alguna posibilidad de prosperar. Avatar muestra un fracaso o varios de "la humanidad" ¿o no? Ahí la contradicción: ¿Qué es lo que quiere Cameron que pensemos por un rato? ¿Se trata de recuperar "nuestras raíces" dejando de ser un "humano" "para volver" a ser Na'vi? ¿Apelar a "la diplomacia" para aceptar nuestras actitudes más deplorables o indefendibles, como quién asume la injusticia como un hecho imposible de modificar? No sé, la sensación que me quedó después de ver Avatar no tiene que ver con la esperanza, sin embargo el "Arbol de las Almas", en el que se pueden escuchar las voces de los ancestros, nos guía en el "balance de la vida".

Selva

viernes, 5 de febrero de 2010

¿poesía versus paisaje?


Al evocar con tanta claridad como me es posible mi carácter durante la vida escolar, las únicas cualidades que constituían una promesa positiva para el futuro eran que poseía gustos intensos y diversificados, gran celo por todo lo que me interesaba y un agudo placer por comprender todo tema o cosa compleja... Con respecto a otras aficiones, además de la ciencia, era aficionado a leer libros varios, y solía estarme horas leyendo obras históricas de Shakespeare, generalmente sentado en las viejas ventanas practicadas en las gruesas paredes de la escuela. Leía también otra clase de poesía, como los poemas recién publicados de Byron, Scott, y Seasons de Thomson. Lo menciono porque más adelante en la vida perdí completamente, con aflicción por mi parte, todo gusto por la poesía de cualquier especie, aun la de Shakespeare. En relación con el gusto por la poesía, puedo agregar que en 1822 se despertó en mí por primera vez una vivida afición a los paisajes, durante una excursión a caballo por las fronteras de Gales, y que ha perdurado más que todo otro placer estético.

Darwin, Autobiografía.

(traducción: Ruben Masera)

sábado, 30 de enero de 2010

Desconcierta la abundancia de tanto piano de cola en Cuba


CUEVAS DE BELLAMAR, LA BOTICA DE TRIOLET y LA CASA DE LA FAMILIA DUPONT

Estuve con la leyenda y con el mito de la farmacopea en la mismísima farmacia de Triolet, en Matanzas, Cuba. Apoyado en el mostrador principal, fotografiando albarelos y pailas, alambiques y máquinas registradoras en el aire solemne conmoviendo a las cosas que las volvió museo.

El señor Triolet, cuenta una ingeniera química encargada de ademanes y explicaciones, llegó a Matanzas a instalar su farmacia en 1892 ((ya va para los ciento trece años). Pero descreo y me pregunto cómo será la historia: si el señor Triolet llega propiamente a Matanzas; si Matanzas existía o si antes llegó a otra parte y luego al mismo lugar del Matanzas de hoy pero que entonces tenía otro nombre -ahora perdido- y después se trasladó y fundó este museo que comenzó siendo farmacia comercial, solícita y salvadora (en resumen, es mi ignorancia).

"LA REUNION, BOTICA FRANCESA DE E.TRIOLET", vendía el afamado tópico para los callos, remedio infalible, además y - entre otras cosas - recomendaba el jarabe y el café compuesto Triolet, eficaz para el catarro, el asma y el ahogo. En su calculadora Burroughs, don Emilio fijaba los precios incluso el de los alacranes acomodados dentro de grandes frascos de vidrio nadando en alcoholes amarillos, hasta largar todo su veneno y poder preparar con él la pasta o menjunje espesado con que fregaban el bajo vientre para detener los dolores de ahí (y si no pasaban, señal era de que el paciente pasaría, acota la ingeniera química curadora del museo). Esta farmacia fue conservada por la Revolución. Mantenida por ella entre cientos de tradiciones y demás curiosidades necesarias de ser preservadas en toda Cuba. Como debe ser.

La farmacia es más o menos de la época de las CUEVAS DE BELLAMAR y de la CASA DE DUPONT, arrimando solamente dos ejemplos alertas desde las primeras décadas de este siglo y últimas del anterior.

Por ese mismo tiempo en que Triolet acomodaba su balanza de pie, su reloj de pared y su Virgen de bulto, un español desconocido descubría -buscando otra cosa, como ocurre siempre- ayudado por un enjambre de peones negros, lo que hoy son las Cuevas de Bellamar, con intenso olor a vestuario de cancha de fútbol, a la entrada. Sus vericuetos tienen nombres sorpresa: Fuente de las Doncellas, Galería del Ángel, Recaudo de la Juventud, Balcón de la Americana y muchos otros en sus seiscientos metros de recorrido colmados de recodos, agachadas, estalactitas y estalagmitas, algunas manchadas irremediablemente con las señales del humo de los mecheros de grasa vacuna con los que se trabajaba en la época. Igual, aunque más distante en espacio y tiempo, ocurría en el Real socavón de Pailaviri, marcado por teas y pailas colmadas de grasa , lámparas de los indios mineros de Potosí.

Más al Norte y al Oeste, pasando por Varadero, se construía años después, pero siempre en la década, la mansión del señor Dupont, acaudalado francés casado con una norteamericana (¡vaya uno a saber cómo fue!). A la casa llegaban todos los fines de semana o por temporadas, para concertar y mantener sus porfiados juegos, los ricos de la isla (los años del treinta) y de los vecinos estados de la Unión, tan pundonorosa hoy. La casa tenía faroles complicados sostenidos por sirenas; piano de cola marca Tchaika (se le había borrado la k) de cara al mar océano; cristalería y un armonio que era pianola a la vez. Tenía pisos de esmeradas baldosas treinta por treinta, algunas reemplazadas por dibujos en baldosines de colores que reproducían un ancla, una carabela con tres cruces rojas como suponemos fueron las que llevaba Colón, un pez, un caracol marino, un timón y en los costados del último piso o mirador, las dos colas de sirenas sosteniendo sendos faroles que encendían para los navegantes. La casa conserva desde entonces los dormitorios intactos (uno para dos hijos, otro para dos hijas, y el matrimonial. Todos con muebles de madera pintada al aceite con flores y pájaros de colores entrelazados y unidos en enamoramiento por un moño de cinta cayendo). Intactos están el ascensor y los espejos biselados y las gruesas columnas de roble y cedro trabajados en Italia. Ahora se puede visitar la mansión pagando dos dólares, y sentarse en las sillas blancas o sillones art decó, para ordenar algún menú a la carta pues se come y se bebe en un pequeño restorán. Seguramente no como antes.

Era cuando en la ciudad de La Habana vieja (actual Patrimonio de la Humanidad, declarado por la UNESCO ), en la Casa de la Condesa de la Reunión, cerca de La Bodeguita del Medio, vecina al Boulevar del Obispo y la Plazuela de Albear, se reunía Hemingway con sus colegas cubanos y gente del pueblo a tomar daikiris o - ya existían- "Cuba libre", con una medida más de ron. En esa misma calle que cruza la de los toneleros, se está construyendo el museo Carpentier donde en una de las tantas vitrinas con fotografías del escritor nos enteramos cómo en un viaje al "Alto Orinoco, al contacto con las tribus más elementales", "Surgió en mi la primera versión de Los pasos perdidos" (después llegaría el regalo de EL ARPA Y LA SOMBRA con aquella cita inolvidable de la "leyenda áurea" : EN EL ARPA, CUANDO RESUENA HAY TRES COSAS : EL ARTE, LA MANO Y LA CUERDA. EN EL HOMBRE : EL CUERPO, EL ALMA Y LA SOMBRA ".

Desconcierta la abundancia de tanto piano de cola en Cuba, aun en el campo, y tanto museo encumbrado por manuscritos con rasgos de tinta oxidada.

Los patios familiares suelen tener una estatua pequeña. La de la Casa de la Condesa es una niña de mármol del agua, insinuada con líneas azules que le siguen el cuerpo y contornean el mar; y de los altos cuelgan las trepadoras tropicales, de suave piel, en maceteros contrastando con las maderas de galerías y persianas que forman grandes puertas de dos y cuatro cuerpos. Como en la casa del boticario Triolet (¿ sería pariente de Elsa, la novelista ? ) donde había también un piano de cola y una salita para conciertos. Enfrente a ella se accedía a un cuarto con ventana interior de dos hojas (entreabiertas ) donde discutían y amonestaban los títeres entreteniendo a los niños, separados de los mayores - an ensimismados en el concierto- por puertas de vidrio con orlas esmeriladas.

Triolet era industrioso al par que meticuloso. En una gran cocina de azulejos blancos permanecían sobre los fogones los alambiques y en el piso, una ringlera de damajuanas sin cestillos, tal como él las dejó, aguardando los destilados y menjunjes.

Presidía la farmacia una gran fotografía de época de su dueño: grandes bigotes canos, cabello corto de igual tono, cuello blanco palomita y traje oscuro abotonado con chaleco también abotonado. Marco oval dorado inserto, a manera de paspartú en otro gran marco tallado y de medida cuadrada. Vidrio bombé y al lado un albarelo con hidrato cloral más las nobles estanterías de madera color miel y un reloj de pared marcando las doce de algún año, al mediodía o a la noche. Afuera, enfrente, la plaza y más allá el mar y después del mar otra vez el mar, hasta el cielo.

Es llamativo cómo gente con otras urgencias -¡verdaderas urgencias! - no descuida y conserva estas estelas del tiempo. Cómo respetan la Virgen, la balancita de precisión, el mortero, la retorta en su doble silencio de colección. Y con cuánto fervor y orgullo el guía -siempre un profesional de las disciplinas que atesora el museo- atiende y se enamora hablando de lo que muestra.

Un dólar o un peso cubano cuesta la entrada a la farmacia. Nada se puede comprar. A no ser un saludo enviado por la nostalgia con testimonios de lo que fue salud, así como de las Cuevas de Bellamar y sus aguas de fuentes de imaginativa inocencia, o si no, estar caminando la mansión Dupont, oyendo todavía tallar naipes extraños al borde del océano de los descubrimientos.

Néstor Groppa (texto inédito sobre un viaje realizado en el año 1994)

jueves, 28 de enero de 2010

Si es aburrido, será interesante de todos modos


Considero al poema como una especie de ámbito, y uno no está obligado a ser consciente de cada uno de los aspectos del ámbito en el que está... es más, si quisiera hacerlo, no podría...
-¿El ámbito de uno en un momento dado?

No, es una sucesión de momentos. A mí siempre me impresiona qué difícil y al mismo tiempo qué fácil es transitar de un momento de la propia vida al siguiente... en particular, cuando se viaja, como acabo de hacer en Polonia. A cada momento se nos presenta un problema... uno no sabe si hará a tiempo para subir al avión o si le confiscarán el equipaje. De algún modo, me las arreglé para hacerlo y volví, pero en todo momento tenía conciencia de la dificultad y al mismo tiempo del placer, de la novedad que hay en todo eso. Susan Sontag estuvo también en ese encuentro de escritores -éramos solo cuatro norteamericanos-, y una noche en Varsovia nos regalaron entradas para el ballet. Le pregunté: "¿Te parece que deberíamos ir? No parece muy interesante". Y ella me contestó: "Claro que debemos ir. Si es aburrido, será interesante de todos modos"... cosa que efectivamente sucedió.


de una entrevista a John Ashbery de The Paris Rewiew en Confesiones de Escritores
(traducción de Mirta Rosenberg, Edgardo Russo y Pedro Sandler)

El vaso de Tántalo


A Henry-Louis Mermod. 1. Mi querido amigo: Entre la acción y la contemplación, existe el extraño estado del viaje. En un cuerpo agitado por un movimiento que no le es propio, la mente encuentra un reposo absolutamente opuesto al del sueño. Puesto que si en la acción debe mantenerse ocupada, forjadora convencida de los encadenamientos que concibe, y si en la contemplación asimismo le hace falta combinar con cierta pasividad la atención para mantener sus puertas abiertas de par en par y no dejar entrar más que un objeto solamente, mediante el viaje se somete a un abandono siempre sobresaltado, en razón del número, la variedad y el ritmo pasmoso de las impresiones que recibe.../ E indudablemente puede ocurrir que el viaje adquiera el aspecto de la acción; si al ser tomado como un medio de dirigirse a alguna parte, llegara a ser efectuado con atención, con cuidado y con la puntualidad necesaria. Pero aun siendo así (como en mi caso), en tanto que uno se entrega durante momentos bastante prolongados a un vehículo y mientras uno no tiene nada que hacer salvo dejarse llevar, la contemplación entonces podría actuar si... pues bien, si algún objeto se prestara a ella, pero sucede que ninguno se presta. Salvo en el interior del vehículo mismo, únicamente se nos ofrece una sucesión. Para el contemplador habitual o profesional, la ventana del vagón se parece al vaso de Tántalo. Se llena por un lado y enseguida se vacía por el otro. Apenas nuestros labios se acercan a beber un agua determinada, ya ésta se ha retirado de allí./ Sin embargo, en francés más que en ninguna otra lengua... Yo no sería el hombre que usted conoce, querido amigo, si no supiera que en el viaje está el ver, que ver llegó a viaje y que sin duda poco faltó para que viajar no designara la misma acción de ver (22); que en todo caso entregarse al viaje es una determinada manera de ver; y que si viaje en efecto no es videncia, que es una visión del porvenir en el presente, sin embargo no está muy lejos: porque es visión de un presente fugaz, de un futuro que deja de serlo, de un pasado en trance de serlo./¿Acaso esta visión, que no se controla sino que se impone de manera continua e imprevista, a veces monótona, no es parte comparable a la fuga de ideas tal como ha resultado transcripta siguiendo la escritura automática? Sí, aunque con la diferencia esencial de que entonces lo que se desarrolla, de manera automática, ya no es el pensamiento sino el mundo./ Así el viaje, que contiene un poco de una y de otra, me parece muy apropiado para descansar de la acción y de la contemplación. Brinda reposo a la manera de un masaje, e indudablemente es bueno entregarse a ello alguna vez para desintoxicar la mente y el cuerpo./ Justamente de este modo, mi querido amigo, concebí el ejercicio que su solicitud me propuso al comprometerme a escribirle estas cartas...”

(22) ¡Etimologistas, frenen su indignación! ¿No llega a suceder que dos plantas con raíces muy distintas confundan a veces sus follajes? De eso se trata (nota del autor). (Ponge, con la ironía que pone en bastardillas el saber, fabrica una falsa etimología a partir de las similitudes fónicas entre voir, voyage, voyager: “ver, viaje, viajar” (T).


Francis Ponge, El Portaplumas de Argel (Métodos).

(traducción Silvio Mattoni)


...


VIAJE. Debe hacerse rápidamente.

Gustave Flaubert - Diccionario de Lugares Comunes
(traducción Tomás Onaindia)

miércoles, 27 de enero de 2010

viajes


Hoy, como casi todas las mañanas a las 8 hs inicié mi viaje hacia el trabajo parada en el 8, hasta hace poco 86, que va por la autopista. Es un recorrido de 40 o 60 minutos, según el día y la época del año. No parece un viaje muy interesante ni seductor pero sí 100 % real ¿Qué hacer durante esos minutos avanzando por el cemento mientras se deja atrás un paisaje de edificios monótono? Muchas veces leo, otras me dedico a estar lo más cómoda posible aprendiendo a hacer cada vez más equilibrio cuando el colectivo frena o simplemente observo mis pensamientos. ¿Y a qué viene todo esto en mi nuevo blog? Es que justamente hoy en ese viaje de siempre lo mismo, leyendo -aunque no me crean- Apología de Sócrates casi negando el vaho pegajoso, recordé mis anotaciones y páginas subrayadas sobre viajes de artistas, escritores y otros personajes conocidos. Sus viajes y el viaje como tema. Y, entonces, esta vertiente se va a detener ahora mismo en un roca para recopilar anécdotas, poemas y fotos de viajes en cualquier medio; y pensamientos sobre el hecho de viajar. A medida que suben vayan pasando por el pasillo al fondo ¡y arranquemos nomás!

martes, 26 de enero de 2010

...


Cada uno está solo sobre el corazón de la tierra
traspasado por un rayo de sol:
y de pronto anochece.

Salvatore Quasimodo


domingo, 24 de enero de 2010

¿Por qué miramos a los animales?


El zoológico sólo puede desilusionar. El fin público de los zoológicos es ofrecer a los visitantes la oportunidad de mirar a los animales. No obstante, la mirada del intruso no encontrará la de animal alguno en todo el zoológico. Como máximo, los ojos del animal vacilan y luego pasan de largo. Miran de lado. Miran sin ver más allá de los barrotes. Escudriñan mecánicamente. Están inmunizados contra el encuentro porque ya nada puede ocupar un lugar central en su interés.
Aquella mirada entre el hombre y el animal, que probablemente desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad humana y con la que, en cualquier caso, habían vivido todos los hombres hasta hace menos de un siglo, esa mirada se ha extinguido. El visitante que acude al zoológico sin compañía está completamente solo cuando mira a todos y cada uno de los animales.
La cultura del capitalismo no puede reparar hoy esa pérdida histórica a la que los zoológicos erigen un monumento. Berger

La variedad de la pasión


No se valora en su justa medida al marco que contiene la magia patética del sentido sin permitir que se derrame por los bordes hacia el mar de aceite de lo indeterminado.
Todo cuadro se me presenta como una pared blanca que ha sido atenuada, disminuida... Por lo tanto, el arte de la pintura es para mí el arte de la reducción. Honremos al marco, porque saca de lo uniforme la variedad de la pasión. Juan José Saer

Ralph Fasanella y la ciudad


Las ventanas revelan lo que hay dentro de los edificios. Sólo que revelan no es la palabra correcta, pues sugiere que antes de la revelación había un secreto. Las ventanas presentan la vida o las vidas de sus edificios. Presentan sus interiores de una forma que muestra que nunca fueron interiores. Nada tiene interiores. Todo es exterioridad. En este sentido, la ciudad entera es como un animal sin vísceras. Berger

A medio borrar


Una ciudad es una abstracción que nos concedemos para darle un nombre propio a una serie de lugares fragmentarios, inconexos, opacos, y la mayor parte del tiempo imaginarios y desiertos de nosotros. Juan José Saer