EL BLOG COMO VIAJE; SOBRE VIAJAR; RELATOS, FOTOS, Y ANÉCDOTAS DE VIAJES DE ARTISTAS, ESCRITORES Y OTROS PERSONAJES.

lunes, 8 de marzo de 2010

Cuatro obesos risueños en la terraza de un café en los suburbios de Nápoles


El mundo

El mundo es grande.
Los aviones lo surcan en todas direcciones todo el tiempo.

Viajar.
Podríamos obligarnos a seguir una latitud dada (Julio Verne, Los Hijos del Capitán Grant), o a recorrer los Estados Unidos de América por orden alfabético (Julio Verne, El Testamento de un excéntrico) o haciendo coincidir el paso de un estado a otro con la existencia de dos ciudadades homónimas (Michel Butor, Mobile).

Sorpresa y decepción de los viajes. Ilusión de haber vencido la distancia, de haber borrado el tiempo.
Estar lejos.

Ver de verdad algo que durante mucho tiempo sólo fue una imagen en un viejo diccionario: un géiser, una catarata, la bahía de Nápoles, el lugar donde estaba situado Gavrilo Princip cuando disparó al archiduque Francisco Fernando de Austria y a la duquesa Sofía de Hohenberg, en la esquina de la calles Francisco-José y del paseo Appel, en Sarajevo, justo enfrente de la taberna de los hermanos Simie, el 28 de junio de 1914 a las once y cuarto.

O mejor todavía, ver muy lejos de su supuesto lugar de origen un objeto perfectamente feo, como por ejemplo una caja hecha con conchas que pone "Recuerdo de Dinard" en un chalet de la Selva Negra, o perfectamente común, como una percha que pone "Hotel Saint Vincent, Commercy" en un bed an breakfast de Inverness, o perfectamente improbable, como el Repertorio arqueológico de la provincia de Tarn, escrito por el señor H. Crozes, París 1865, in-4, 123 p., en el salón de una casa de huéspedes en Regensburg (más conocida en Francia con el nombre de Ratisbonne).

Ver aquello que simpre se soñó con ver. Pero, ¿qué hemos soñado con ver? ¿Las grandes Pirámides? ¿el retrato de Melanchthon, de Cranach? ¿La tumba de Marx? ¿La de Freud? ¿Boukhara y Samarkhanda? ¿El sombrero que lleva Katherin Hepburn en Sylvia Scarlet?
(Un día que iba de Forbach a Metz, di un rodeo para ir a ver el lugar de nacimiento del general Eblé en Saint-Jean Rohrbach.)

O mejor, descubrir lo que no se había visto, lo que no se esperaba, lo que no se imaginaba. Pero cómo poner ejemplos: no es lo que se había venido enumerando a lo largo del tiempo dentro del abanico de sorpresas o maravillas de este mundo; no es ni lo grandioso, ni lo impresionante; ni siquiera es lo extranjero forzosamente: al contrario, sería más bien lo familiar recobrado, el espacio fraternal...

¿Qué se puede conocer del mundo? Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, ¿cuánto espacio puede llegar a barrer nuestra mirada? ¿Cuántos centímetros cuadrados del planeta Tierra habrán tocado nuestras suelas?

Recorrer el mundo, surcarlo en todos los sentidos, nunca será algo más que conocer unas cuantas áreas, unas cuantas fanegas: minúsculas incursiones en vestigios desencarnados, escalofríos de aventura, búsquedas improbables coaguladas en una bruma almibarada de la que nuestra memoria sólo guardará algunos detalles: más allá de esas estaciones y de esas carreteras, y de las pistas resplandecientes de los aeropuestos, y de esas exiguas bandas de terreno iluminadas durante un breve instante por un tren nocturno lanzado a gran velocidad, más allá de los paisajes largo tiempo esperados y descubiertos demasiado tarde, y de los montones de piedras y de los montones de obras de arte, lo único que habrá será tres niños corriendo por una carretera blanca, o una casita a la salida de Avignon, con una cancilla de madera pintada de verde hace mucho tiempo, las siluetas de los árboles perfiladas en la cima de una colina en los alrededores de Sarrebrück, cuatro obesos risueños en la terraza de un café en los suburbios de Nápoles, la gran calle de Brionne, en Eure, dos días antes de Navidad, a eso de las seis de la tarde, el frescor de una galería cubierta en el soco de Sfax, una minúscula presa que atraviesa un lago escocés, una carretera llena de curvas cerca de Corvo-l´Orgeuilleux... Y junto a todo ello, irreductible, inmediato y tangible, el sentimiento de la concreción del mundo: algo claro, más próximo a nosotros: el mundo, no ya como un recorrido que hay que volver a hacer sin parar, no como una carrera sin fin, un desafío que siempre hay que aceptar, no como el único pretexto de una acumulación desesperante, ni como ilusión de una conquista, sino como recuperación de un sentido, percepción de una escritura terrestre, de una geografía de la que habíamos olvidado que somos autores.


Georges Perec - Especies de Espacios

(traducción - Jesús Camarero)

lunes, 22 de febrero de 2010

lunes, 15 de febrero de 2010

Es el destino de la mayor parte de los viajeros


No he mencionado hasta ahora el rasgo que es con mucho el más notable de la historia natural de este archipiélago; consiste en que, en grado considerable, las diferentes islas están habitadas por diferentes conjuntos de seres. El vicegobernador, señor Lawson, quien por primera vez me llamó la atención sobre el hecho, declaró que los galápagos de las diversas islas diferían y que él podía distinguir con toda certeza de qué isla provenía cada cual. Por algún tiempo no presté suficiente atención a este hecho, y ya había mezclado parcialmente las colecciones de dos de las islas. Nunca hubiera soñado que las islas, que no distaban entre sí más de 90 a 100 km, y podían verse en su mayoría la una desde la otra, formadas precisamente de las mismas rocas, situadas en un clima similar, casi de la misma altura, pudieran albergar distintos inquilinos; pero pronto veremos que, así es. Es el destino de la mayor parte de los viajeros el que, tan pronto descubren lo más interesante de una localidad, les urge abandonarla; pero quizá tendría que estar agradecido de haber obtenido material suficiente como para establecer este hecho tan notable de la distribución de los seres orgánicos.

Darwin, El viaje del Beagle

martes, 9 de febrero de 2010

¿Cómo se le ha ocurrido tirarme de la cola?


Nos referimos ahora a la especie terrestre (A. Demarlii), de cola redonda y dedos sin membrana. Este lagarto, en lugar de encontrarse en todas las islas, se limita a la parte central del archipiélago... Habitan en madrigueras que a veces abren fragmentos de lava, pero más generalmente sobre trozos planos de blanda toba semejante a arenisca. Los agujeros no parecen muy profundos y penetran en el terreno en ángulo agudo; de modo que cuando se anda sobre estas madrigueras el terreno cede de continuo, para contrariedad del fatigado caminante. Cuando este animal cava su madriguera, trabaja alternativamente con ambos flancos de sus cuerpos. Una de sus patas delanteras raspa por breve tiempo en la tierra y la arroja hacia la trasera, colocado de modo tal como para expulsarla de la cueva. Una vez fatigada esa parte del cuerpo, la otra se hace cargo de la tarea, y así sucesivamente. Observé a uno largo tiempo hasta que la mitad de su cuerpo estuvo sepultado; me acerqué entonces y tiré de él por la cola; esto le asombró mucho, y no tardó en emerger para averiguar lo que sucedía; se me quedó mirando fijamente como quien dice: "Cómo se le ha ocurrido tirarme de la cola?"

Darwin - El viaje del Beagle

lunes, 8 de febrero de 2010

¿Por qué todos los caballeros no se hacen ornitólogos?


En relación con la ciencia, seguí coleccionando minerales con gran celo, pero de manera nada científica; todo lo que me importaba era un nuevo mineral con nombre y apenas intentaba clasificarlos. Debo haber observado los insectos con cierto cuidado, porque cuanto tenía diez años (1819) fui para tres semanas a Plas Edwards en la costa de Gales, y me sentí muy interesado y sorprendido al ver un gran insecto hemíptero negro y escarlata, muchas mariposas nocturnas (Zygaena) y una cicíndela, que no se encuentran en Shropshire. Casi decidí empezar a coleccionar todos los insectos que pudiera encontrar muertos, porque tras consultar a mi hermana resolví que no estaba bien matar insectos sólo por coleccionarlos. La lectura de Selborne, de White, me llenó de satisfacción al observar las costumbres de los pájaros, y aun tomaba notas sobre el tema. En mi inocencia, recuerdo que me preguntaba por qué todos los caballeros no se hacían ornitólogos.

Darwin - Autobiografía

domingo, 7 de febrero de 2010

El viaje a Pandora


Ayer fui a ver Avatar, no en 3D porque no había más entradas. ¿Volvería a verla en 3D? Sí... ¿Cómo no tentarse con ese despliegue de imágenes bellas y efectos especiales y, además, repleta de seres azules encantadores? Leí varias notas sobre la película que analizan los aspectos políticos, fundamentalmente referidos a la política exterior de EE.UU o la cuestión de la explotación de la tierra en detrimento de las poblaciones índigenas o el medio ambiente. Pero, si bien puedo entender o acordar con eso que se señala, no es lo que movió mi reflexión, o mejor dicho mi contradicción. El viaje a Pandora es un sueño, con todo lo que soñar implica: conectarse con imágenes deformadas de nuestra propia realidad. En ese sentido, un Na'ví (habitante de Pandora) puede ser cualquiera de nosotros. En la película los científicos y el personaje principal, Jake Sully, ofician de "inocentes" -o de poetas-, son quienes pueden comprender a los nativos y respetar o maravillarse con la belleza de su universo simbólico, aunque no puede perderse de vista que trabajan para la invasión. incluso enseñándoles inglés a los nativos. Hay una escena, fresca en mi memoria, en la que la científica a cargo de la misión trata de explicar a los militares y a quien se muestra muy interesado en la explotación de un mineral que vale fortunas, la cultura de los Na'ví, aquello en lo que creen. Lo que obtiene son unas risas duras, que como expectadora me remitieron a la impotencia. Esa escena transmite exactamente lo que siento por estos días en relación a mi entorno o a los diferentes entornos en los que me muevo -claro, que con excepciones, me estoy refiriendo en general-: la impotencia que genera la estructura que arman las personas para relacionarse, la incapacidad para comprender lo diferente, sea lo que sea eso diferente. Gente, que por ejemplo, no puede entender otra cosa que la literalidad del discurso y nunca una ironía, o gente que de tan irónica termina en el sarcasmo destruyendo cualquier posibilidad de que algo puro, tierno o amoroso ocurra. Gente durita, que se relame en su caparazón porque la realidad asusta y que sólo y lamentablemente podría dormir y soñar que es un Na'ví automedicada con algún sedante. Claro, es obvio, no estoy esperando que un militar o un lucrador se sensibilicen, no es eso, pero ahí se muestra otra cosa, una caricatura de nosotros mismos. Escucho todo el tiempo personas -de distintos niveles sociales y valores- pensando que las cosas pueden ser de una sola manera. Durante toda la película y hasta el final descarté que la lucha de los Na'ví tuviese alguna posibilidad de prosperar. Avatar muestra un fracaso o varios de "la humanidad" ¿o no? Ahí la contradicción: ¿Qué es lo que quiere Cameron que pensemos por un rato? ¿Se trata de recuperar "nuestras raíces" dejando de ser un "humano" "para volver" a ser Na'vi? ¿Apelar a "la diplomacia" para aceptar nuestras actitudes más deplorables o indefendibles, como quién asume la injusticia como un hecho imposible de modificar? No sé, la sensación que me quedó después de ver Avatar no tiene que ver con la esperanza, sin embargo el "Arbol de las Almas", en el que se pueden escuchar las voces de los ancestros, nos guía en el "balance de la vida".

Selva

viernes, 5 de febrero de 2010

¿poesía versus paisaje?


Al evocar con tanta claridad como me es posible mi carácter durante la vida escolar, las únicas cualidades que constituían una promesa positiva para el futuro eran que poseía gustos intensos y diversificados, gran celo por todo lo que me interesaba y un agudo placer por comprender todo tema o cosa compleja... Con respecto a otras aficiones, además de la ciencia, era aficionado a leer libros varios, y solía estarme horas leyendo obras históricas de Shakespeare, generalmente sentado en las viejas ventanas practicadas en las gruesas paredes de la escuela. Leía también otra clase de poesía, como los poemas recién publicados de Byron, Scott, y Seasons de Thomson. Lo menciono porque más adelante en la vida perdí completamente, con aflicción por mi parte, todo gusto por la poesía de cualquier especie, aun la de Shakespeare. En relación con el gusto por la poesía, puedo agregar que en 1822 se despertó en mí por primera vez una vivida afición a los paisajes, durante una excursión a caballo por las fronteras de Gales, y que ha perdurado más que todo otro placer estético.

Darwin, Autobiografía.

(traducción: Ruben Masera)