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domingo, 7 de febrero de 2010

El viaje a Pandora


Ayer fui a ver Avatar, no en 3D porque no había más entradas. ¿Volvería a verla en 3D? Sí... ¿Cómo no tentarse con ese despliegue de imágenes bellas y efectos especiales y, además, repleta de seres azules encantadores? Leí varias notas sobre la película que analizan los aspectos políticos, fundamentalmente referidos a la política exterior de EE.UU o la cuestión de la explotación de la tierra en detrimento de las poblaciones índigenas o el medio ambiente. Pero, si bien puedo entender o acordar con eso que se señala, no es lo que movió mi reflexión, o mejor dicho mi contradicción. El viaje a Pandora es un sueño, con todo lo que soñar implica: conectarse con imágenes deformadas de nuestra propia realidad. En ese sentido, un Na'ví (habitante de Pandora) puede ser cualquiera de nosotros. En la película los científicos y el personaje principal, Jake Sully, ofician de "inocentes" -o de poetas-, son quienes pueden comprender a los nativos y respetar o maravillarse con la belleza de su universo simbólico, aunque no puede perderse de vista que trabajan para la invasión. incluso enseñándoles inglés a los nativos. Hay una escena, fresca en mi memoria, en la que la científica a cargo de la misión trata de explicar a los militares y a quien se muestra muy interesado en la explotación de un mineral que vale fortunas, la cultura de los Na'ví, aquello en lo que creen. Lo que obtiene son unas risas duras, que como expectadora me remitieron a la impotencia. Esa escena transmite exactamente lo que siento por estos días en relación a mi entorno o a los diferentes entornos en los que me muevo -claro, que con excepciones, me estoy refiriendo en general-: la impotencia que genera la estructura que arman las personas para relacionarse, la incapacidad para comprender lo diferente, sea lo que sea eso diferente. Gente, que por ejemplo, no puede entender otra cosa que la literalidad del discurso y nunca una ironía, o gente que de tan irónica termina en el sarcasmo destruyendo cualquier posibilidad de que algo puro, tierno o amoroso ocurra. Gente durita, que se relame en su caparazón porque la realidad asusta y que sólo y lamentablemente podría dormir y soñar que es un Na'ví automedicada con algún sedante. Claro, es obvio, no estoy esperando que un militar o un lucrador se sensibilicen, no es eso, pero ahí se muestra otra cosa, una caricatura de nosotros mismos. Escucho todo el tiempo personas -de distintos niveles sociales y valores- pensando que las cosas pueden ser de una sola manera. Durante toda la película y hasta el final descarté que la lucha de los Na'ví tuviese alguna posibilidad de prosperar. Avatar muestra un fracaso o varios de "la humanidad" ¿o no? Ahí la contradicción: ¿Qué es lo que quiere Cameron que pensemos por un rato? ¿Se trata de recuperar "nuestras raíces" dejando de ser un "humano" "para volver" a ser Na'vi? ¿Apelar a "la diplomacia" para aceptar nuestras actitudes más deplorables o indefendibles, como quién asume la injusticia como un hecho imposible de modificar? No sé, la sensación que me quedó después de ver Avatar no tiene que ver con la esperanza, sin embargo el "Arbol de las Almas", en el que se pueden escuchar las voces de los ancestros, nos guía en el "balance de la vida".

Selva

2 comentarios:

S M dijo...

Aprecio en especial tu ultimo parrafo
El arbol de las almas emite susurros que llegan del arcano

Muy buena tu critica , pienso que se debe ver en grupo y luego analizar Despierta opiniones muy diversas

Anónimo dijo...

Pienso que Cameron, utilizando el pensamiento mágico (utilizado por los niños y pueblos primitivos) nos deja como mensaje, lo que significan los pueblos originarios, su cultura, y lo poco que interesan para aquellos que solo quieren sus tierras o en este caso un mineral. No solo en EEUU sino en nuestro país. Cuanto miedo hay en volver a los origenes y a lo ancestral.
Selva: Excelente tu blog. Soy Silvana.